J, meticuloso y detallista, para acabar con ese puntual desatino de su razonamiento lógico, siguió el hilo de pequeños acontecimientos que hasta entoces le habían pasado inadvertidos, y encontró la causa, la fuente del fallo. J comprendió lo que había ocurrido dentro de él, pero al mismo tiempo a sus espaldas, y vio que era necesario cortarlo de raíz para que no volviera a ocasionar ningún problema.
Erradicó toda esa cadena de minucias que desembocaban en una idea de lo más inapropiada, borrando todo rastro de que alguna vez existió. J continuó pensando, corrigiendo el desviado rumbo que había sido creado por una diminuta pero significativa esperanza.
Desde luego, es una forma verdaderamente radical y tajante de solucionar un embrollo mental.
ResponderEliminarPor lo general, la mente humana tiene de abrazar insistentemente aquello que forzamos a que desaparezca. Si te obligas a no pensar en algo, es probable que te vuelva a la mente, aunque tú hayas tomado la resolución de cómo responder a ese impulso que palpita en tu cerebro.
A veces me gustaría poder quitarme cosas de la cabeza así, de un plumazo...