lunes, 28 de octubre de 2013

Pinos

   Planteemos la situación. Hablemos de algo intrascendente y, a la vez, llamativo. Supongamos que viajas en un autobús con un amigo. Hace rato que habéis dejado de hablar, y ambos estáis ansiosos por seguir. ¿Por qué? Buena pregunta. La mayoría de la gente no se siente cómoda con el silencio, así que intenta entablar una conversación, por banal y forzada que ésta sea.
   Volviendo a nuestro ejemplo, el autobús bordea una gran extensión de tierra. Se divisa un caserón a lo lejos, con una hilera de árboles. En ese momento, ambos encontráis algo que decir. Por supuesto, el tema a comentar es algo que ha llamado vuestra atención; la arboleda. Así que uno de los dos, el más rápido o el más nervioso, se arriesga y dice algo parecido a:
   "¿Has visto los pinos?"- señalando con la cabeza hacia la casa. ¿Por qué digo que se arriesga? Es sencillo. Si ninguno de los dos sabe mucho sobre árboles, lo cual es probable, entonces no hay problema. El hecho es que probablemente los árboles no sean pinos y que el valiente, pese a haber clasificado los árboles como tales, no sepa a qué especie pertenecen. Lo más curioso del asunto, el quid de la cuestión, es que los dos sois perfectamente conscientes de que no son pinos, y aun así, con el mero fin de reducir la incomprensible tensión que os causa el silencio, ambos aceptáis como cierta una falsedad.
   Ahora queda la parte complicada, la que requiere de acción mutua. El que no ha hablado debe olvidar lo ocurrido, para ahorrar al otro la vergüenza de saberse descubierto. El que ha hablado mirará para otro lado, aparentando indiferencia, pero esperando que su compañero borre ese momento de su memoria cuanto antes.
   Y así acaba este suceso, una parte inservible de tu vida, uno de esos errores absurdos que, te guste o no, repetirás.

sábado, 26 de octubre de 2013

Llámalo X

   Últimamente siento algo. No sé qué es, ni cómo definirlo, pero lo voy a intentar. Para empezar, no es algo mío. O, al menos, no exclusivamente. Es algo hacia  alguien, para alguien, por alguien... Curiosamente, siempre está dirigido a la misma persona; ese alguien. Ése sentimiento, o cosa, llamémoslo X, es algo muy fuerte. No es como esos pensamientos, L o M, que te revolotean en la oreja, esperando a que les hagas caso; no. X es algo que se lleva dentro, y lo mismo es placentero que doloroso, tan pronto alegre como desolador. X es, además, adictivo; cuanto más tienes, más necesitas. Como ya habrás adivinado, X es un sentimiento extremo, que te hace capaz de todo y nada a la vez.
   Como decía, X es inexplicable y, cuanto más se piensa en ello, menos sentido se le encuentra. Se lo podría clasificar, sin ningún problema, como irracional, pues lo es, ¡y hasta qué punto! No necesita razones, motivos ni excusas. No se puede decir por qué lo sientes, porque aunque todo lo dicho resultará correcto, será también terriblemente inexacto. Alguien con un gran don de palabra podría acercarse a expresarlo mediante el lenguaje, pero por buen orador que fuera, nunca se encontraría una definición adecuada. Y ésa es parte de su belleza, es como un secreto que todos saben, pues todos, en mayor o menor medida, lo hemos sentido alguna vez. Y compadezco a los que no.
   Por si fuera poco, X trastorna tu mente y tu forma de ver las cosas. Por ejemplo, hará que lo que, en circunstancias normales sería un roce, se convierta en algo llamado caricia, llenándolo de significado y causando gran exaltación en la persona receptora. X te impide pensar con claridad, porque influencia tus decisiones y movimientos.
   Y con una última reflexión voy a terminar. X toma diversas formas, más o menos diferentes entre ellas. Hay gente para la que tiene una importancia primordial, los hay que voluntariamente, lo apartan para no sufrir sus consecuencias, los hay que no les interesa, los hay que lo tienen y no lo valoran, porque no saben lo que se siente cuando lo pierdes. Hay personas que tienen conceptos de X muy parecidos, y otras que lo entienden de formas muy alejadas. X es un mundo, y es diferente y parecido para cada uno.

   Hay quien lo llama amor.

Nocturna

   Era ya de noche. Caminamos varias horas, extendimos las esterillas y nos tumbamos. Cenamos, y nos fuimos a dormir. Mientras todos se daban las buenas noches, ella y yo nos mirábamos, hablando en voz baja, como quien guarda un secreto. Me pidió que, si se dormía, la despertara cuando pudiera ver la Luna, que aquella noche estaba llena. Al cabo de un poco, se durmió. La dejé descansar.
   Entonces, algo cambió. La miré; la Luna estaba sobre nosotros. Fue como verla por primera vez. Su rostro, iluminado por la luz pálida y mortecina, carecía de defectos. Su expresión estaba dotada de una calma que cortaba la respiración. Alcé la mano y, con mucho cuidado, acaricié el puente de su nariz. Rocé sus mejillas, suaves como las de un bebé, y repasé con mis dedos el terreno desconocido que eran sus labios. Le recoloqué un mechón de pelo que había caído de pronto en su frente, y cumplí mi parte del acuerdo. Ella murmuró algo acerca de lo bonita que estaba la Luna. No se daba cuenta de que lo más hermoso de todo aquel paisaje era ella misma. Susurré en su oído que la quería, y ella contestó que también.
   Vi cómo volvía a su  sueño, y así me quedé; contemplándola hasta que el mismo que se la había llevado a ella me llevó a mí consigo.

sábado, 12 de octubre de 2013

Inglaterra

   Gentes imaginarias del solitario poblado que es mi blog:
   Se hace saber que el autor, escritor, y principal, por no decir unico, colaborador de este peque*o rincon de sue*os se encuentra en las lejanas tierras del Reino Unido. Que esta cursando sus estudios de primer trimestre alli, y que los ingleses no tienen ni malditas e*es ni malditos acentos para escribir. Que no ha subido nada al blog desde hace bastante, y que, pese a ello, hay material ya escrito para subir, y las ganas de hacerlo. Que lo esta pasando a limpio y que en un par de semanas volvera a casa por unos dias, y que sera entonces, con un teclado decente, cuando estos textos que ya han sido escritos, seran publicados. El autor aprovecha asimismo para pedir perdon por esta laguna temporal en la que no se ha pasado por el blog, pero insiste en que ha pasado un tiempo bastante ajetreado de giros inesperados y contratiempos indeseados, y pide que le excusen por ello.
   Gracias por escuchar lo que mi se*or os transmite, gentes de bien.
 [Y, con una reverencia y un salto, desaparece entre la inexistente muchedumbre]