sábado, 31 de agosto de 2019

Macromatadero de Binéfar

Estábamos en el autobús camino al matadero para la vigilia de cinco días cuando adelantamos a un camión de cerdos. Era un camión de tres pisos cargando unos doscientos ochenta cerdos. Vivos. Amontonados, sucios, sedientos, sudando. Vivos.

Y estábamos bromeando y se me ocurrió que ambos íbamos al mismo sitio, cerdos y nosotras.

Y cuando acabamos ayer, cuando nos subimos al autobús, se me ocurrió que nosotras nos íbamos, pero ellos seguirían llegando, treinta mil cada día.

Y esto es solo un síntoma, un pequeño detalle anecdótico del mundo en el que vivimos. Un mundo en el que alguien ve un camión de cerdos y no ve nada más que comida, no ve seres sintientes, no ve ojos ciegos, no ve bocas buscando ansiosas la poca agua que les podemos ofrecer.

Está  claro que no hacemos suficiente. ¿Qué podemos hacer?