miércoles, 31 de octubre de 2018

Sobre las distancias entre los átomos

It gets you everytime. Tu destino te alcanza e, incansable, te ahoga una y otra vez.
Nada de lo que haces cambia las cosas. Ni la actitud, ni la compañía, ni la hora, ni el esfuerzo que dedicas. El muro se reconstruye cada vez, y cada vez más alto, y tú, mientras lo escalas, te preguntas si, tal vez, no debieras intentar subirlo. Ves cómo otras personas, no tan diferentes de ti, lo atraviesan limpiamente, y te preguntas qué has hecho mal, por qué no eres como ellos, por qué no puedes cerrar los ojos y aparecer al otro lado cual espíritu con la sonrisa en los labios.

No es superar este muro, no. Es llevar años librando una guerra que nunca acaba, no del todo.
¿No basta con desearlo? ¿Qué hay que hacer para ser como el resto, para tenerlo así de fácil? Te dices que darías lo que fuera por ser como ellos, pero algo dentro de ti sigue pensando que no, que es mejor seguir así y que es cuestión de tiempo, que ya se acabarán los muros...

Pero el muro nunca se acaba y los demás no se hacen cortes escalándolo.