Hace años, muchos años, yo amaba a una mujer. Se llamaba Helena, y ella me amaba a mí también. Si alguna vez has estado enamorado lo entenderás. Habría dado la vida por mí, y yo por ella. Pero no tuve la oportunidad. Un miércoles, un veintiséis de junio cualquiera, acordamos vernos en ese lugar en el que tú me ves cada miércoles. Para qué aburrirte con detalles que deben quedar entre ella y yo... El caso es que fue una tarde maravillosa, la última que pasé con ella. Pero ocurrió algo. Cuando nos íbamos a despedir, y no sé cómo ni por qué, discutimos. Y cuando se marchó, lo hizo en bicicleta, y enfadada. Aquella es la última imagen que tengo de ella. De camino a casa, la atropellaron. Murió por mi culpa, ¿lo entiendes?
Desde aquel día, yo represento la función sin ella, y su papel está en blanco. Esa es mi historia, la de un pobre diablo que vive anclado en el pasado.
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Es flipante la tecnología esta, ¿eh?
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