Yace aquí el corazón de un joven muerto en vida, que decidió enterrar su amor para no sufrir; matar sus sueños para no volver a despertar jamás; que cortó sus alas por miedo a volar. Yace solo; pues no se encontró a nadie que quisiera acogerlo.
La joven que se atreva a sacarlo de su negro sudario deberá amarlo como nunca haya amado a nadie antes, pues se convertirá en lo único que le ancle a la vida, siendo la luz que le guíe en las tinieblas; y su agua cuando esté sediento; y su bastón cuando las piernas le fallen. Será ella la que introduzca este difunto corazón en el lugar que antaño ocupó, y será ella la que lo haga latir de nuevo.
Hasta entonces podréis, incautos viajeros, contemplar esta hermosa lápida que lo protege de los peligros del amor.
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