lunes, 1 de julio de 2013

El nombre de la historia I

   Me desperté en una cama de hospital. Bueno, no sería justo decir que me desperté. Digamos que, después de vagar un tiempo indefinido por los rincones de mi mente, afloré a la superficie, y allí entreví, con los ojos semi cerrados, paredes blancas, y un sillón, además de una pila y una puerta que, di por hecho, daba a un baño. Estas cosas de izquierda a derecha. Y los aparatos, por supuesto. Decenas de aparatos médicos conectados a mis brazos, a mi pecho, a mi cabeza. No sé cuánto tiempo pasó, porque subía y bajaba, pasando de momentos de plena consciencia a largos ratos de inquieta duermevela. Horas o días después, ¿quién sabe? entró un hombre joven de blanca bata y amigable, aunque tensa, sonrisa. Nos medimos con la mirada, recelando el uno del otro, hasta que él decidió comenzar, y me dijo en voz alta:
-Hola, soy el doctor Wals.- Pausó.- James. Llevas aquí dos días y medio, más o menos, aunque - se retorció las manos con nerviosismo - creemos que hace más tiempo de tu accidente.- ¿Había dicho accidente?- Lo cierto es que es un alivio que te hayas despertado, porque no sabíamos qué hacer contigo.- Otra pausa.- Mira, te diré las cosas claras. No te has dado cuenta porque te hemos dado más analgésicos que a un elefante, pero si levantas la sábana, verás que tienes una herida bastante fea en la pierna.- Con esfuerzo, alcé la tela. Lo que vi me dejó helado. A través de la delgada pero resistente venda que me recubría la pierna, pude ver una mancha alargada de sangre. Aparecía cerca de la cadera, y bajaba hasta la mitad del gemelo, pasando por algo que debería haber tenido forma de rodilla, pero que, definitivamente, no la tenía. Muy despacio, bajé la manta, y todavía más despacio, miré al médico a los ojos.- Todavía no te hemos hecho las pruebas reglamentarias, pero, entre tú y yo, es probable que tengamos que amputar. Lo siento.- Una pausa algo más larga.- Una cosa más. Sospecho, y no creo que me equivoque, que tienes amnesia. No recuerdas demasiadas cosas, ¿verdad?.- Compuso una última sonrisa, lo más agradable que pudo, teniendo en cuenta la situación, y se marchó. Me puse a darle vueltas a sus últimas palabras, y algo hizo "clic" dentro de mí. Nombre, caras, lugares...
 No recordaba nada.
 Sólo una cosa.
 Iris.

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