domingo, 22 de diciembre de 2013

Recordé

   De golpe y porrazo, así recordé. Así te recordé. Recordé tu media sonrisa, tu mirada, que era pregunta y respuesta a un tiempo, tu forma de esconder la cara en el pelo, tu pose tímida, pero alegre.
   Y en ese momento de conmoción, de turbación, de convulsión interna, llegaste. Llegaste para envolverme en uno de esos abrazos tuyos; largos como un invierno, cortos como un verano. Me quedé sin aliento. Te tenía allí mismo, entre mis brazos, una sensación de calidez recorriéndome la espalda desde los puntos en que me tocabas. Apretados, uno muy cerca del otro. Cada vez que cierro los ojos aún noto cómo oprimías tu pecho contra el mío, y tus labios le susurraban a mi cuello que todo tu ser me echaba ya de menos.
   Abrumado por la profundidad y la cantidad de emociones que me embargaban tras un prolongado letargo, supe algo. Supe que te quería; que te necesitaba. Y supe que tenía que decírtelo antes de que fuera demasiado tarde.

   Por eso, en aquel preciso momento, a las dos de la madrugada, escapé de casa; un esquivo y solitario insomne, corriendo descalzo por la ciudad para ir a tu encuentro.

1 comentario:

  1. Me ha parecido un texto increíblemente sensible y bueno. Describes emociones como si fuesen un color, muy fácil de reconocer y asimilar como si fuese algo cotidiano. Aunque realmente no lo es, porque esa pasión no la siente cualquiera a cualquier hora.

    Muy bueno. Sí señor, muy bueno.

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