domingo, 10 de enero de 2016

Puerta al País de las Maravillas

—Mira; me gustas, me gustas mucho. Y ya sé que se han equivocado conmigo, que no deberían perseguirme. Sé que tú lo entiendes, y te lo agradezco mucho. Pero no voy a entregarme, porque sé que tu explicación no los hará razonar —una pausa.
«Verás, yo... Estamos aquí, delante de esa portezuela —señalando—, y voy a huir allí abajo. No espero que lo entiendas y sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero acompáñame. Por favor. Si no vienes, te quedarás aquí y no tendrás que explicar nada a nadie. Y prometo que no te molestaré más: fin de la historia.
«Pero si vienes... Bueno, no tengo nada racional que ofrecerte; ni siquiera puedo asegurarte que vayas a volver pronto o que cuando vuelvas seas la misma persona. Sólo sé decirte que te enseñaré un lugar increíble y lo descubriremos juntos. Vivirás aventuras que normalmente sólo podrías soñar. Es un lugar peligroso y extraño y lleno de... seres... bueno, seres peculiares, y allí las cosas... siguen otras reglas.
«Sé que todo esto te parecerá absurdo, pero, por favor, confía en mí. Es nuestra única oportunidad. ¿Lo harás?».

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