sábado, 23 de agosto de 2014

Un paseo por el bosque

   Llegaron por detrás.
   Oí sus pesadas botas partiendo las ramas del suelo del bosque mientras corrían hacia mí. Eran tres como mínimo, no más de cinco. Esperé.
   Giré sobre mis talones en el momento justo, aprovechando la inercia para golpear con fuerza la cara de mi primer oponente con los nudillos, partiéndole la nariz. Cayó al suelo de rodillas, tratando de contener la hemorragia.
   En ese instante, el segundo se abalanzó sobre mí y, tras esquivarlo, lo empujé encima del otro, aplastándolo. Clavé la rodilla en su espalda hasta que dejó de revolverse y le pegué una patada en la cabeza.
   El tercero y el cuarto atacaron simultáneamente, intentando pillarme desprevenido, pero yo ya estaba preparado. Me lancé al cuello de uno para colocarme a su espalda y, tras retorcerle los brazos hasta rompérselos, me encaré con el cuarto.
   Éste bloqueó los cuatro golpes rápidos dirigidos al pecho, pero no pudo prever la patada en la espinilla hasta que ya fue tarde. Se desequilibró y, cuando estuvo en el suelo, le partí las piernas.
   Iba a ponerme en pie cuando algo me empujó por detrás, haciéndome caer torpemente hacia delante. El quinto.

   Me puse en pie de un salto y caí sobre él en una ráfaga de golpes dirigidos a la cabeza, las manos, el estómago, la entrepierna. Antes de que pudiera morder el polvo lo agarré del pelo y lo arrastré hacia un árbol. Allí, estrellé metódicamente su rostro contra la corteza hasta que quedó convertido en una masa informe y sangrante. Y un poco más. Tras esto, se quedó satisfactoriamente inmóvil. Lo solté.

   Jadeé con suavidad.

2 comentarios:

  1. Creo que estoy de acuerdo con cierta chica que te valoró este texto y el siguiente diciendo que es un poco más flojo. Creo que el verdadero (y único) problema de la escena que cuentas es que la acción no me resulta creíble: la secuencia de inmovilizar a alguien clavándole la rodilla en la espalda para pegarle una patada después no acaba de tener sentido en mi cabeza, del mismo modo que romperle las piernas a una persona que está de rodillas en el suelo me parece mucho más complicado que hacerlo cuando aún está de pie (al menos si requieres hacerlo de forma rápida para seguir alerta por si algo falla). Por otro lado, según lo que desvelas del protagonista en el texto, no me parece alguien que pelee "boxeando": si puedes pelear contra cinco tipos de repente y al final limitar a un breve jadeo, no combates dando golpes. Más bien te centras en hacer luxaciones, tocar puntos nerviosos centrales que paralizan o bloquean el flujo sanguíneo (algo que puede ser más lento pero que te permite tener control total sobre tu oponente y usarlo de escudo humano frente a otro enemigo que se te eche encima)...

    No sé, toda la pelea debería fluir más, diferenciar más la brutalidad de los asaltantes respecto a la ligereza y calma que derrocha el protagonista al finalizar la reyerta.

    Pero bueno, es un valeroso intento de iniciarse en escenas de acción. Es más de lo que podría decir de mí en caso de probar suerte escribiendo sobre un duelo de espadas, por decir algo.

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    1. Hola, Phaustho, disculpa la tardanza.

      Entiendo tu crítica. Comprendo y acepto que no resulta particularmente realista que, tras una pelea como la que yo he escrito y tú has descrito, el personaje se limite a eso, a jadear con suavidad.

      Sin embargo, he de decir que eso formaba parte de la idea que yo tenía en mente cuando lo escribí; que el protagonista tuviera una habilidad y una resistencia, por así decirlo, sobrehumanas, que le permitieran pelear así sin cansarse. Está claro que nosotros no podríamos hacer eso (creo, jaja).

      Como de costumbre, agradezco la crítica. Tiempo y práctica, supongo.

      Y respecto a lo del duelo... Creo que me gustaría verlo, para poder contrastar. Además, un duelo de espadas es siempre un duelo de espadas :)

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