viernes, 24 de mayo de 2013

Ojos

   -Disculpa, ¿puedes mirarme un momento?
   Alzó la cabeza. Y, una vez más, vi sus ojos. Esos ojos de un azul rugoso. Con un aro de lo que parecía ser... ¿marrón? No lo sé, la imagen es confusa. Sólo recuerdo que sus ojos brillaban como el Sol al alba, con una luz cálida y confiada. Me decían algo. No era rencor ni resentimiento, sino algo que no me esperaba. ¿Diversión?
   Pero pasó algo. Cuando los miré, fue como mirar el mar. Pero no un mar simple y banal como se suelen describir. Era un océano. La miré embelesado, abstraído, embobado —mi amigo me tiró de la manga, tenía prisa—. Mirar era como tener un tesoro. Como compartir un secreto inconfesable con ella. Desvió la mirada. Mi sueño se quebró. El momento había llegado a su fin.

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